La educación secundaria en nuestro sistema
educativo actual se da en un período de edad de los individuos comprendida
entre los 12 y los 18 años, correspondiente a lo que entendemos en términos
modernos como el periodo de la adolescencia.
Es en el siglo XVII cuando se produce el cambio
trascendental que separa al niño de la vida adulta, siendo los colegios
los responsables de esta división. El
sistema educativo institucionaliza la noción de niñez mediante la
escolarización. Pero es en el siglo XIX cuando aparece una nueva sociedad de
jóvenes desempleados que no asisten a la escuela y se consolida el concepto de
adolescencia. Según Bakan los tres elementos que contribuyeron a esta aparición
fueron: la legislación laboral infantil, la educación obligatoria y la
introducción de mayoría de edad.
A mediados de los años 50 en Europa se
consolida esta clase social a través de los medios de comunicación y el
consumismo dirigido especialmente a este sector de la población.
Encontramos este sector al que nos referimos
actualmente en términos de educación como, estudiantes de educación secundaria.
Problemas propios de esta edad conflictiva que se encuentra en un limbo entre
la niñez y la vida adulta, se ven reflejados, a de más de su fisonómica,
desarrollo biológico y construcción de personalidad, hablando en términos de
psicología, en la propia institución educativa.
La reproducción de un sistema capitalista y la
ideología de un planteamiento meritocrático en el sistema educativo da forma a
discursos oficiales sobre la educación y la visón de escuela como elemento
básico de la modernización social. Siendo la evaluación de unos conocimientos
concretados e institucionalizados a través de lo que conocemos como currículum,
el principal foco de desigualdad de oportunidades y la movilidad social
ascendente, dejando de lado la diferenciación y selección social según el
origen socioeconómico.
Pero la realidad es que estas diferenciaciones
jerárquicas de poder a través del conocimiento solo promueven la idea de
individualismo, que en una sociedad postmoderna, a la que Bauman define como
líquida, deja el concepto de comunidad obsoleto.
El desarrollo de una aparente
neutralidad de conocimiento común a todos los estudiantes bajo la idea de
igualdad de oportunidades cae por su propio peso, observando que aunque el
currículum pretende ser objetivo, la realidad es que está completamente
dirigido hacia variadísimas rutas de lectura, y por tanto podríamos considerar
que la lectura que se hace de él da pie a un diálogo analítico, destacando las
discontinuidades que encontramos en él y su representación llevada a lo formal,
habiendo tantos currículums ocultos como lecturas se hacen de él.
La educación formal exponiendo a los
estudiantes a las expectativas del mercado provoca la división, premia la
competitividad, degrada la colaboración y el trabajo en equipo, dándose éstos
solo en con una temporalidad limitada por el fin de un beneficio. Los
objetivos, los contenidos y los criterios de evaluación descritos en el
currículum bajo las decisiones del profesorado a través de la evaluación, son
herramientas divisorias de carácter meritocrático que jerarquiza las
capacidades del alumnado sin aproximarlo a una realidad laboral y de inserción
a la vida adulta.
El abandono de la escolarización o la tardía
incorporación de los jóvenes al mercado laboral se debe pues a la falsa expectativa
creada por el sistema de un fácil acceso a los bienes de consumo. La
responsabilidad, y por lo tanto la asimilación de las consecuencias, recae sobre
las decisiones propias de los individuos a adecuarse a las opciones que la
sociedad propone, creando en los adolescentes, jóvenes, y ciudadanos en
general, un estado de incertidumbre, inseguridad, y vulnerabilidad que es
incompatible con la confianza en la institución.
La virtud más útil en la actualidad es la de la
flexibilidad y la adaptación, en lugar de seguir preferencias consolidadas. La
dialógica se da entre los conceptos de libertad y seguridad. La libertad a
costa de la seguridad, siendo incompatibles y al mismo tiempo dependientes,
Bauman nos habla de que el miedo es el resultado de la inseguridad, retomando la idea de Marx de que “los hombres
hacen la historia libremente en condiciones que no son libremente elegidas”.
Podemos concluir que la inseguridad propia de
los estudiantes de secundaria a enfrentarse a su futuro, e inserción laboral es
consecuencia de una situación social en crisis que imposibilita o dificulta, la
resolución de problemas y toma de decisiones a largo plazo, como reflejo de una
actualidad líquida que incita al cambio constante y la resolución de problemas
en el momento que se dan, pensando en un presente inmediato y la pérdida de fe
y seguridad hacia el sistema, que deja se servir de refugio para los
individuos.
Raquel Sánchez Pérez
BIBLIOGRAFÍA
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Para enseñar no basta con saber la asignatura. Barcelona. Ibérica
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